Poema de Patrice Lumumba

En 1961, tras unos meses de independencia del conocido como Congo Belga, asesinaron a su Primer Ministro, Patrice Lumumba. Este hecho constituyó uno de los acontecimientos más dramáticos en la historia de Congo, y de todo el continente africano, puesto que fue el líder que llevó a cabo la emancipación del país además de uno de los brazos ideológicos de los procesos de descolonización y empoderamiento de los pueblos africanos. Su muerte supuso la mitificación de su persona y de su causa a lo largo de África y de las diásporas.

En “Una mañana en el corazón de África”, Lumumba aboga por un Congo unificado, y expresa las emociones de millones africanos.

 

Una mañana en el corazón de África

Durante mil años tú, negro, sufriste como un animal,
tus cenizas fueron esparcidas al viento del desierto.
Tus tiranos construyeron los templos mágicos y brillantes
donde preservar tu alma, donde preservar tu sufrimiento.
El bárbaro derecho de los puños, y el derecho blanco al látigo.
Tú tenias derecho de morir, también podías llorar.

En tu tótem tallaron hambre y cautiverios sin fin,
E inclusive al abrigo de los bosques acechaba una muerte
Horriblemente cruel, solapada, reptando hacia ti como ramas de
los agujeros y cimas de los árboles
Ciñendo tu cuerpo y tu doliente alma.
Entonces pusieron una gran víbora traicionera en tu pecho,
En tu cuello colocaron el yugo del agusrdiente,
Cambiaron tu apacible vida por el brillo de las perlas baratas,
Tus riquezas increíbles, que son inconmensurables.

Desde tu choza, el tam-tam sonaba en la oscuridad de la noche
Llevando tristes lamentos hacia las fuentes de ríos poderosos
Sobre muchachas violadas, ríos de sangre y lágrimas,
Sobre barcos que zarpaban hacia el país donde el hombrecito
Se revuelca en un hormiguero, y donde el dólar es rey,
A la tierra condenada, que llaman la madre patria.

Allí tu hijo y tu esposa fueron molidos, día y noche,
Por un terrible molino despiadado, destrozándolos con terrible dolor.
Eres un hombre como otros. Te predican para que creas
Que el buen dios blanco reconciliaría al fin a todos los hombres.
Por el fuego sufriste, y cantaste los cantos plañideros
Del mendigo sin hogar, que canta a las puertas de las casas.
Y cuando la locura te poseyó y tu sangre hirvió en la noche
Danzaste, gemiste,
Como la furia de una tormenta a las palabras de una melodía humana
De un millar de años de penar, surgió una fuerza de ti
en la voz metálica del jazz, un grito de liberación desconocido
Que resonó en el continente como una marejada gigante

El mundo entero, sorprendido, se despertó aterrorizado
al ritmo violento de la sangre, el ritmo violento del jazz,
el blanco palideció ante este nuevo canto,
Que lleva antorchas púrpuras en la oscuridad de la noche

¡Ha llegado el alba, hermano, el alba! Mira nuestros rostros,
Una nueva mañana despunta en nuestra vieja África.
Nuestra sola será la tierra, el agua, los ríos poderosos
Que el pobre negro entregó durante mil años

Y las resplandecientes luces del sol brillarán de nuevo para nosotros
Secarán las lágrimas en vuestros ojos y los escupitajos de vuestra cara
En cuanto rompáis vuestras cadenas, los grillos pesados,
Los tiempos malvados y crueles se irán para no volver más.
Un Congo libre y bravío surgirá del alma negra
¡Un Congo libre y bravío, el florecer negro, la simiente negra!

 

Patrice Lumumba, “A Morning in the Heart of Africa”, Africa Today, vol. VIII, N° 2, febrero 1981, pág. 2.

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