Rahmata Dem Njie - Barcelona

Los medios españoles no dudaron en hacerse eco del Movimiento #OscarsSoWhite cuando se viralizó en 2017. Creado por la activista afroamericana April Reign, denunciaba la desigualdad en Hollywood y la falta de representación de las POC [1] respecto a sus compañeras blancas. La conmoción que causó ayudó a abrir la conversación y plantear la necesidad de un cambio en el mundo del cine.

Pero, no es necesario viajar siempre hasta Estados Unidos para hablar sobre racismo, falta de oportunidades o la existencia de techos de cristal. Los medios españoles relatan todos estos movimientos desde la periferia, como si fuera algo totalmente ajeno a nuestra sociedad. Aunque es imposible negar que las realidades sociales entre Estados Unidos y España son totalmente distintas, si hacemos la misma lectura en el cine español, llegaremos a las mismas conclusiones. Los patrones que permiten la existencia de las barreras, las desigualdades y las injusticias que denuncian desde el otro lado del charco se repiten en la Península y serían suficientes para crear un movimiento #GoyasSoWhite [2].

Sobre todo si ponemos en perspectiva que en 2021, el joven actor francés de 18 años Adam Nourou se convirtió en el primer actor negro en ganar un Goya, como actor revelación por la película Adú. Donde interpreta a un joven somalí que atraviesa el continente africano para tratar de llegar a España. Sin olvidar a Santiago Zannou, director de origen beninés que lo logró por El truco del manco (2008), al igual que su hermano Woulfrank Zannou, por la música original de aquella película. Sin embargo, ninguna actriz negra ha conseguido este galardón a día de hoy.

Adam Nourou como Massar en la película, Adú. Fotograma de la película Adú. ©Manolo Pavón.

Adam Nourou premiado como Mejor Actor Revelación por interpretar a Massar en la película de Salvador Calvo, Adú ©Alberto Ortega.

 

Crecimos viendo series españolas como Los Serrano, Aquí No Hay Quien Viva, Aída, Los Hombres de Paco, Física o Química, El Internado, el catálogo disponible era extenso. Aun así, las series que más me llamaban la atención, las que más resonaban en mí y con más ilusión veía desde el sofá de mi casa junto con mis hermanos eran otras, como Todo el Mundo Odia a Chris, Family Matters, el Príncipe de Bel Air, todas series estadounidenses con protagonistas negros.

Las realidades que mostraban estas comedias, aún y la distancia, me permitían verme reconocida de alguna forma, mi yo de entonces se sentía representada viendo a gente que lucía como ella en pantalla, algo impensable en las series españolas que seguía. Y no sólo salían en pantalla, eran protagonistas con sus propias historias.

En esos momentos una no es consciente del trasfondo que conlleva esta subrepresentación, simplemente agradece que exista esa oferta, en la que verse reconocida, y piensa que con el tiempo cambiarán las cosas. Pero te vas haciendo mayor y te das cuenta que la mayoría de cine y series que consumimos vienen de fuera, de los Estados Unidos, series y películas donde una puede ver actrices en papeles que no sean el de hacer “de negra”.

La mirada y el reflejo que tenemos en la producción nacional es esencialmente blanca, dejando a un porcentaje de la población con una falta de referentes en la que es también su industria cultural. Esta falta de representación, o representación solo en negativo, de los grupos minoritarios es lo que conduce a la “aniquilación simbólica[3], una ausencia en los medios que borra a grupos enteros de la conciencia pública, perpetrando así el sistema de desigualdades sociales. Este término lo entendía antes de saber su existencia, es ese vacío que sentía de pequeña al encender la televisión, esa ansiedad por existir que intentaba rellenar viendo series estadounidenses importadas.

Haciendo un ejercicio de retrospección me pongo a pensar y soy incapaz de nombrar 3 películas españolas donde una de los protagonistas sea negra, con las series se me complica todavía más hacerlo. Se podría discutir si el problema es la falta de actrices negras, pero este no es el caso, no podría ser una lectura más lejos de la realidad, no es que no haya actrices negras en España con el talento suficiente para protagonizar una serie, simplemente son delegados a papeles marginales.

Esta privación tiene efectos en la vida real, en la forma que estos grupos somos percibidos por la mayoría. La representación negra en la industria cinematográfica española se basa en la perpetuación de clichés y estereotipos, las mujeres negras aparecen como metáforas de la marginación, como migrantes acabadas de llegar, prostitutas, migrantes en situaciones trágicas, de exclusión, de delincuencia y de precariedad, convirtiéndose en personajes simplemente anecdóticos. Son caracterizaciones que se limitan a explotar el conflicto racial, donde el ser negra se convierte en un rasgo definitorio del personaje, creando personajes totalmente huecos, de los cuáles no conocemos su fondo, a veces simplemente que son negros y eso nunca debe aceptarse.

Con todo esto, no estoy diciendo que las actrices negras no deban interpretar a mujeres migrantes en situación de exclusión, ese no es el problema. El problema es cuando ese es el único rasgo que las define, sin intentar buscar una historia más allá del color de su piel, lo que refuerza el imaginario colectivo de marginalidad asociado a las mujeres negras.

Hace poco vi por primera vez la película Flores de otro mundo (1999) de la directora Icíar Bollaín, donde se muestra la vida de dos mujeres migrantes más allá de los estereotipos. Patricia, interpretada por la actriz Lissete Mejía, es una mujer dominicana que huye de Madrid buscando un mejor futuro para sus dos hijos pequeños. Por otro lado, Milady, interpretada por la actriz Marilyn Torres, es una joven cubana que llega a España de la mano de un hombre mucho más mayor que ella al que conoció en Cuba. Las dos intentan encontrar la felicidad, en Santa Eulalia, el pequeño pueblo castellano al que se mudan con sus parejas. El film también incluye diferentes subtramas como la solitud en el mundo rural y el clásico cliché del choque cultural entre lo urbano y lo campestre.

La actriz Lissete Mejía como Patricia y la actriz Marilyn Torres como Milady en la película Flores de otro mundo. Fotograma de la película Flores de otro mundo (1999) de Icíar Bollaín.

 

A lo largo de la película Bollaín presenta a las dos protagonistas como personajes circulares, complejos, para entender qué historias se esconden detrás de la migración y el porqué de sus acciones. A través de la imagen de Patricia y Marilyn, se da voz a las historias de las mujeres migrantes latinas en España, algo poco habitual en los medios españoles cuando se estrenó la película. Flores de otro mundo es un ejemplo de cómo si se tiene la intención, es posible ver más allá de los estereotipos y mostrar la complejidad de los personajes protagonizados por mujeres negras.

La otra cara de la moneda, es cuando los personajes negros aparecen en pantalla pero como simples figurantes, este es el caso en la renombrada serie de televisión catalana Merlí. La historia de un profesor de filosofía que utiliza métodos poco convencionales para estimular el pensamiento libre en sus alumnos adolescentes, generando controversia entre la clase, el profesorado y las familias.

Con este marco, una aula de jóvenes de un instituto de Cataluña, se abría la oportunidad de reflejar en pantalla la diversidad social y orígenes de la sociedad española, pero no fue así. La presencia de alumnos no blancos en el aula, se reduce a un par de personajes figurantes, entre ellos encontramos a Makena, interpretada por la actriz Fenda Drame, cuyo papel es totalmente ornamental, simplemente forma parte del grupo de alumnos del aula.

La actriz Fenda Drame como Makena en la serie catalana Merlí.

 

Si tenemos en cuenta el gran seguimiento que tuvo la serie, desaprovechó la oportunidad de incluir un personaje joven negro en un papel relevante. Se podría interpretar como un intento de visibilizar la diversidad de las aulas españolas, el hecho que Makena aparezca como figurante, pero eso no es suficiente. Estos personajes, cuya participación se limita a meros papeles de extra, solo perpetúa la invisibilización de las mujeres negras.

Todas estas cuestiones se entienden a la perfección con el documental de la actriz y productora senegalo-francesa Aïssa Maiga e Isabelle Simeoni Regard Noir, donde exploran las raíces históricas del racismo sistémico y su impacto en la industria del cine en Francia, Brasil y Estados Unidos. Este trabajo se inspira en parte en el libro que publicó Maiga en 2018 Noir n’est pas mon métier [4] (Mi profesión no es negra, 2018) donde junto con otras 15 actrices negras comparten sus propias experiencias en la industria del cine y la televisión francesa. En palabras de Aissa Maiga:

“Nuestra presencia en el cine todavía se debe con demasiada frecuencia a la necesidad edeludible o anecótica de tener un personaje negro. Ser negra no es mi trabajo. Tampoco es la de las firmantes de este libro”.

Portada del libro Noir n’est pas mon métier, (2018).

 

Muchas veces, las mismas actrices no tienen margen de actuación, se encuentran en una encrucijada entre ser estigmatizadas o quedarse sin trabajar, cuando las oportunidades a las que pueden acceder además de no ser papeles principales, siguen un patrón estereotipado. Las experiencias que expresan las actrices francesas en este libro son las mismas que comparten las españolas que forman parte de The Black View, asociación fundada en 2016 por el actor Armando Buika. Un espacio desde el cual las actrices negras pueden aumentar su visibilidad y reivindicar la importancia de la diversidad en la ficción. La organización colabora estrechamente con la Asociación Profesional de Directores de Casting de España (APDICE), así como con el Sindicato de Guionistas, productores y directores de casting, entre otros, para promover y fomentar los cambios necesarios en la industria.

Proyectos como este son esperanzadores, reflejan la emergencia de una nueva generación de creadores que están dispuestos a dejar atrás los clichés del pasado, artistas comprometidos con la misión de promover una representación inclusiva y sin estereotipos en la industria audiovisual y cultural española.

Citando las palabras de Viola Davis al recibir el Emmy a Mejor Actriz Dramática en 2015 “The only thing that separates women of color from everyone else is opportunity.” (Lo único que diferencia a las mujeres ‘of color’ de cualquier otra persona son las oportunidades). Por este motivo, es importante que escribamos para nosotras, para impulsar un cambio positivo, ¿quién sino nosotras puede contar nuestras historias de una forma digna? y de igual forma ¿cómo pueden las jóvenes negras construirse a sí mismas si no se ven en ninguna parte? De esto depende la posibilidad de descondicionar el imaginario colectivo y adaptarlo a la nueva realidad de la sociedad española. Es necesario un cambio en la industria para que aumenten las posibilidades y romper el techo de cristal que excluye, menosprecia e ignora a una entera parte de la población.

 

[1] POC: People Of Color, término que se usa principalmente en los Estados Unidos y Canadá para describir a cualquier persona que no sea blanca. No se refiere únicamente a los afroamericanos; más bien, abarca a todos los grupos que no son blancos y enfatiza las experiencias comunes del racismo sistémico.
[2] Los Premios Goya son los galardones otorgados de forma anual por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España.
[3] La aniquilación simbólica es un término utilizado por primera vez por George Gerbner en 1976 para describir la ausencia de representación, o subrepresentación, de algún grupo de personas en los medios (a menudo en función de su raza, sexo, orientación sexual, estatus socioeconómico, etc.), entendido en las ciencias sociales como un medio para mantener la desigualdad social. Fuente: Gerbner, G., & Gross, L. (1976). Living with television: The violence profile. Journal of Communication, 26, 172-199.
[4] Aïssa Maïga (dir.) et Nadège Beausson-Diagne, Mata Gabin, Maïmouna Gueye, Eye Haïdara, Rachel Khan, Sara Martins, Marie-Philomène Nga, Sabine Pakora, Firmine Richard, Sonia Rolland, Magaajyia Silberfeld, Shirley Souagnon, Assa Sylla, Karidja Touré et France Zobda, Noire n’est pas mon métier, Paris, Éditions du Seuil, 3 mai 2018. (ISBN 978-2021401196).

Artículo publicado originalmente en la Revista Afrolis, el 7 de septiembre de 2023, “A sub-representação das mulheres negras no cinema espanhol”.

 

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Rahmata Dem Njie. Periodista y colaboradora de la revista Radio África desde 2020. Entre mis intereses están los temas socioculturales y la comunicación digital, así como el continente africano por su gran riqueza cultural y porque es donde están mis raíces.

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