2016| William Eggleston, uno de los fotógrafos contemporáneos más influyentes por su uso del color, concibe la fotografía como un símbolo, una huella que dejamos en el transcurrir de nuestros días. Según su percepción, los fotógrafos son observadores, creadores de realidades incompletas y parciales que tienen capacidad para situarnos delante de las transformaciones sociales. En mi opinión, es ahí donde se sitúa la fotografía, y ubicarla en otro estrado como si tuviera la función de reflejar fielmente la cotidianeidad, es arriesgado. Sin embargo, la fotografía documental se otorga el rol de congelar la realidad. Pero la pregunta que podemos hacernos es ¿qué realidad? Porque no existe una, sino múltiples realidades que se fabrican –de manera intencionada o no–, y se confeccionan narrativas, a veces perversas, como la africana. La fotografía en el continente se ha concebido históricamente bajo un imaginario colonial antropológico sujeto a interpretaciones etnológicas, con los años la etnografía deja paso al periodismo afropesimista, una tendencia predominante hasta tal punto que pocos pondrían en duda el daño generado por el fotoperiodismo del estilo de Sebastião Salgado. No porque hayan pretendido retratar una sola realidad, la del desespero, sino porque esta se ha percibido como la realidad absoluta y nadie ha hecho nada para impedirlo. Estas representaciones absolutistas confunden, y en esta confusión es engorroso captar las transformaciones y la evolución diversa y compleja de las sociedades africanas.
El comisario y crítico de arte nigeriano, Okwui Enwezor (1963-2019), una de las instituciones de la fotografía africana e impulsor de exposiciones como «Snap Judgements: New positions in Contemporary African Photography», reparó ya a principios de siglo que esta deficiencia se paliaría con el acceso al trabajo de los fotógrafos africanos contemporáneos. Fotógrafos dinámicos, sofisticados y creativos que han ido desarrollando un lenguaje visual singular desde las independencias africanas pero reconocidos de manera tardía a nivel internacional. Este reconocimiento ha invertido ciertas dinámicas y en Occidente dichos fotógrafos han pasado a ser vistos como los observadores de su propia realidad. Desde los modernos hasta los actuales, todos han ido trazando un autorretrato del continente; fotografiaron la vida de ayer y retratan la vida de hoy con toda su riqueza, sus dilemas y disparidades. Su trabajo, en contraposición al imaginario colonial, responde a la expansión de la fotografía en el día a día de las personas africanas. De manera consciente, o no, confrontan el afropesimismo a través de imágenes que encierran experiencias y múltiples sensibilidades, creando así un imaginario propio sobre sus identidades y culturas, a la vez que invalidan la representación del continente como un lugar sin esperanza.
La fotografía se ha convertido en un gran medio para expandir visiones alternativas a las expuestas en la fotografía documental clásica. Reflexiones sobre las migraciones, la mujer, las prácticas tradicionales o la religión son algunas de las propuestas de la nueva fotografía africana.
Publicado en el número 49 de la Maleta de Portbou (2016)
Foto: Autorretrato de Kok Nam.
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Tania Adam (Maputo, 1979) | fundadora y editora de radio africa magazine. Alter ego musical: Safura @taniasafuraadam
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